12 de mayo de 2009

La involución de la especie

Me imagino en este momento a Darwin, mirando resignado desde el cielo o el infierno de los científicos, según quien quiera tomarse el trabajo de juzgarlo, como los argentinos arruinan lo que posiblemente sea una de las teorías científicas más trascendentes de la historia de la humanidad.

Después de todo el esfuerzo de la ameba para convertirse en anfibio y el de este último para ser un mamífero, el argentino medio involuciona a una suerte de humanoide sin voluntad, carente de todo signo de sociabilidad, sentido común y auto estima.

Posiblemente un grupo de monos tenga más amor propio para defender su grupo de una agresión externa, o tenga el sentido común más desarrollado como para migrar de zonas desfavorables a otras con mayor disponibilidad de recursos.

Mientras la humanidad desarrolla viajes espaciales para turistas, nosotros somos víctimas permanentes de nuestros triunfos, porque hemos ganado tantos derechos que ya no tenemos obligaciones. Nos amontonamos para quejarnos sin esfuerzo de la inseguridad, de la falta de recursos o de trabajo y de lo mucho que pican los mosquitos, mientras esperamos que el gobierno de turno nos dé lo que nos merecemos (en este punto cada uno deberá pensar en qué es lo que se merece y evaluar si lo recibe, y que logró en los últimos años con este método).

Meditemos esto mientras nos sentamos ante el televisor a ver algún programa de entretenimiento liviano. Veamos bailar a los chicos mientras imitan las peores bajezas de los grandes, veamos refritos patéticos de payasos golpeando con tubos de cartón en la cabeza a los desprevenidos transeúntes, devenidos luego en voluntarias estrellas fugaces de la TV.

Discutamos si todos los chicos de La Quiaca tienen derecho a ver perder a la selección argentina por televisión abierta. Organicemos un debate nacional para que los 20 millones de argentinos que no tienen cobertura médica y que posiblemente no pueden llegar al Hospital, porque no tienen dinero para viajar en colectivo, opinen sobre la cuarentena de los diez veraneantes que quedaron en México.

Y si no estamos seguros sobre qué hacer, esperemos. Esperemos que alguien nos diga en que pensar, qué temas discutir y que sensaciones debemos tener.

Ahora bien, esta no es una opinión personal sino una conclusión. Me remito a una prueba sencilla pero concluyente, como diría un amigo abogado.

Existe un servicio gratuito de Google denominado Google Trends donde es posible comparar el tráfico en la web a partir de las búsquedas generadas por determinadas palabras. Imaginen a cada usuario de Google buscando términos y palabras, y como estas búsquedas y sus resultados se agrupan en un volumen gigantesco de información. En la era del INDEC de Moreno esta información es pública y gratuita.

Veamos algunos ejemplos


¿Salud, Educación, Seguridad o Trabajo?
Escala basada en el promedio de tráfico generado por la
búsqueda del término "salud" en Argentina en los últimos 12 meses.

Salud = azul - Educación = rojo - Seguridad = amarillo - Trabajo = verde

Conclusiones:
En enero todo es más relajado

¿Repelente o Barbijo?


Escala basada en el tráfico generado por la búsqueda de
la palabra "repelente" en Argentina en los últimos 12 meses
Repelente = azul - Barbijo = rojo

Conclusiones:
Cambiá, cambiá, que ya debe haber pasado.

¿Dengue, Gripe o Salud en General?



Escala basada en el tráfico generado por la búsqueda
de la palabra "dengue" en la Argentina en los últimos 12 meses

Dengue = azul - Gripe = rojo - Salud = amarillo


Conclusiones: Este tema ya me cansó, ahora... a castrar a los violadores.

Prueben por si mismos, busquemos las evidencias de la propia estupidez. Hagamos que la auto crítica sea impiadosa, sin excusas ni justificaciones.

En mi caso particular, cuando todo en mi cabeza se complica, cuando no se qué pensar ni como resolverlo, en ese momento acostumbro lanzarme a actividades totalmente independientes que no estén condicionados por el dinero, esforzándome al máximo en cada una de ellas. Ponerme las zapatillas y a correr. Releer viejos clásicos de la biblioteca. Encontrar ese amigo filólogo que reniega contra el portuñol y el spanglish. Buscar todos los petit hotel de Buenos Aires y sacarles fotos con mi celular. Arte, Música, Fe y Religiosidad, Política. Pensar, buscar y actuar, sin demoras, sin pausas.

Ese es el desafío, mantener la mente en marcha, recuperar el espíritu humano, Evolucionar, Mantenerse Sano.

4 de mayo de 2009

El valor de la información

Epidemia (del griego epi, por sobre y demos, pueblo), en su definición tradicional, es una enfermedad ampliamente extendida que afecta a muchos individuos en una población.

En la actualidad el concepto es una relación entre una línea de base de una enfermedad, que puede ser la prevalencia o incidencia normales, y el número de casos que se detectan en un momento dado. En este sentido si una comunidad se encuentra libre de determinada enfermedad, un solo caso constituye una epidemia. En otras palabras, es un incremento significativamente elevado en el número de casos de una enfermedad con respecto al número de casos esperados.

En caso de que la epidemia tenga un carácter mundial se trataría de pandemia. En caso de enfermedades que afectan en una zona mantenida en el tiempo se trataría de endemia.

El Ministerio de Salud de la Nación mantiene una Sala de Situación de Salud, donde se registran y controlan los casos detectados de enfermedades en todo el país, así como los índices que estos conforman. Según esta Sala de Situación, el estado epidemiológico de Argentina es el siguiente:



No se vaya del cuadro, observe atentamente las enfermedades que encabezan el ranking y la evolución de los casos. Es muy buena información. Tenemos que pensar porque no la utilizamos con mayor frecuencia.

Veamos ahora los índices del 2009 según la misma fuente de información:


La influenza tiene valores menores que los esperados, lo mismo que la neumonía, aunque sería esperable que aumenten con la llegada del frío. Ahora, si vemos que en Argentina se registraron casi un millón y medio de casos de estas enfermedades en el 2007 (no hay información sobre el 2008) podemos intuir cuales serían las consecuencias de un brote de Gripe A.

Prestar atención a estos índices es lo que nos permite prevenir las enfermedades, porque podemos poner la energía y el foco en lo que es realmente importante, sin dejarnos influenciar por medios de comunicación, histerias colectivas o paranoias de todo tipo.

Por ejemplo, antes de correr a comprar barbijos y repelentes contra insectos tendríamos que prestar atención en la cobertura de las campañas de vacunación obligatorias que se realizan en nuestro país. Si tomamos solo a la Ciudad de Buenos Aires, posiblemente la región con mejor cobertura del país, los objetivos alcanzados no son enteramente satisfactorios:



¿Pueden ver la relación entre las vacunas y las epidemias? Si hubiera una serie con la evolución de las coberturas alcanzadas en las distintas campañas de vacunación, seguramente podríamos ver como los casos informados disminuyen cuando las coberturas fueron mayores. Lo opuesto también es cierto.

Las medidas de prevención para evitar la posible pandemia contra la gripe tipo A (ex porcina) va a ocasionar una disminución en los casos de influenza y neumonía, principalmente porque el miedo de los pacientes va a lograr que concurran al médico con mucha rapidez en lugar de automedicarse. Aunque también será la causante de un aumento en el precio y en el consumo de algunos antibióticos, sin mencionar los barbijos, por supuesto.

Pero cuidado, mientras buscamos en los noticieros las últimas noticias sobre los casos de Gripe A que bajan desde México y USA, posiblemente estemos ante el resurgimiento de enfermedades como la Tuberculosis, la Tos Convulsa o la Poliomelitis, que estuvieron muy controladas, pero que no perdonan el olvido.

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